Las dantas o tapires son mamíferos menos conocidos y amenazados de extinción en Venezuela. Su estado de conservación actual es incierto, lo que puede apoyarse en la falta de estudios específicos. Sin embargo, sabemos que la especie está sometida a una fuerte presión por cacería en todo el territorio nacional. Este factor, unido a la destrucción de su hábitat, ha dado la base para su clasificación como especie "Vulnerable" de extinción.
Uno de los aspectos más importantes a considerar en la valoración de la danta es su función ecológica como dispersor de semillas en los bosques de tierras bajas, además de ser un animal importante en la cultura autóctona venezolana. La danta forma parte de la cosmovisión de muchas etnias indígenas venezolanas.
En las selvas bajas (piedemonte) de la Cordillera Andina, las dantas ya prácticamente han desaparecido y ahora también es muy raro verlas en las selvas de la Cordillera de la Costa.
Además de destruirles su hogar, mucha gente mata a las dantas para comer su carne y para utilizar su piel en la fabricación de correas y otros objetos de cuero.
Notable es su presencia y protagonismo en el mito de María Lionza, patrimonio cultural del país.
El período de gestación (embarazo) de una danta es de 13 meses. Como puedes apreciar, ¡algo más de 1 año!. Nace una sola cría y en raras ocasiones hasta dos. Cuando jóvenes, las dantas poseen unas manchas blancas en forma de rayas horizontales en todo su cuerpo que les permiten confundirse entre la vegetación. Esto les sirve de "camuflaje" para evitar ser vistas por algunos carnívoros como el jaguar y el puma, quienes son sus principales depredadores o, incluso, por nosotros mismos los humanos. Cuando la danta es adulta su pelaje es corto y áspero, pierde las rayas blancas y se pone de color marrón oscuro.
Se encuentran principalmente en las selvas lluviosas y de galería cercanas a ríos anchos, en donde nada con gran habilidad y deleite. En ciertas ocasiones suele subir a los bosques montañosos en búsqueda de refugio y alimento